sábado, 8 de diciembre de 2007

La Triste Educación

LA TRISTE EDUCACIÓN

Laura Fernández-Montesinos

La proliferación de mediocres no es un problema que debamos desdeñar porque sea cosa del pueblo inculto. La proliferación de mediocres es un problema nacional que está desembocando en la catástrofe, y aunque efectivamente procede de la incultura y la mediocridad, no es de la del pueblo, sino de aquellos que se sientan en las sillas presidenciales.

La mediocridad política es tan peligrosa, que en su corto y mediocre entendimiento, aquellos que nos gobiernan, aspiran a que los números disfracen su mediocre quehacer. Pero la mayor mediocridad la demuestran en la incesante reducción de la calidad educativa. Quizás no se sepa, pero con vistas a mejorar las estadísticas, se está reformando la educación a nivel nacional, suprimiendo materias y horas lectivas. Y no precisamente para aumentar la calidad, o porque la supresión de unas horas en ciertas materias, incremente las horas en otras, sino simplemente para aumentar los aprobados que mejoren ¡las estadísticas!, mientras mundialmente, el nivel educativo de México, desciende, desciende, y desciende. Y no contentos con el asalto a la cultura, ahora, estas “mentes brillantes”, han establecido una serie de pruebas de evaluación a los maestros de la región, para comprobar que efectivamente su desempeño es adecuado. Pero lo que más llama la atención, es que los maestros, han salido “bien librados”, a pesar de tener más faltas de ortografía que los mismos niños.

Analizando cada una de las premisas de esta afirmación, todo el problema que se genera y vendrá generando esta situación, viene gestándose porque el índice de aprobados de los escolares mexicanos es muy bajo. Esto repercute en las críticas que pudieran hacerse a la labor educativa de quienes educan a nuestros niños, pero el problema tiene raíces mucho más profundas y más antiguas.

A ningún país le conviene que sus escolares fracasen, mucho menos en un país donde el nivel educativo es tan ínfimo. Pero lo que le preocupa realmente al gobierno, y concretamente a este gobierno, es que las cifras fluctúen por encima de anteriores mandatarios, independientemente del daño que hagan a la nación, y por esta labor de obtención de mejores calificaciones, está pasando la reforma nacional, para cargar con menos materias a los estudiantes. Y una de las que se pretende eliminar de los planes educativos es la Historia.

La realidad de las consecuencias que esta pésima política tenga a corto plazo, las estamos viviendo cotidianamente. En México las horas lectivas en las escuelas públicas son menores a las de gran parte de los países civilizados, y los que intentan llegar a serlo. La carga de materias también es menor, y para colmo, la calidad educativa está muy por debajo del resto de los países. Si aunamos a todos estos inconvenientes, el de que a nuestros niños ya no les van a enseñar una parte de la historia, ¿Con qué nos vamos a quedar, si de por sí es una materia que desconocen?

Desgraciadamente, y esto podemos verlo todos los días, la generalidad de los mexicanos desconocen, entre otras, las historia tanto del país, como la universal. En las escuelas públicas no se estudia una lengua extranjera hasta la secundaria, lo que incrementa la dificultad en la enseñanza y el aprendizaje. En cualquier país europeo, la lengua extranjera empieza a estudiarse a partir de los ocho años. En los países escandinavos, y en algunos germanos, es obligatorio además, para los universitarios, estudiar una segunda lengua extranjera. Y para todo esto, el estado aporta a la educación, un elevado tanto por ciento de los ingresos del Estado. ¿Cuánto se aporta en México? Cuando estamos comprobando que este gobierno está mucho más interesado en fortalecer a los cuerpos militares, que en las futuras mentes que se encarguen de ordenar este país.

Se dice que la ética y la civilidad se enseña en casa, que esa no es labor de los maestros, o de las escuelas, pero con la irremediable pérdida de valores de la juventud, si los seguimos eliminando de los programas de estudios, los cuales, serían un complemento a la educación que se recibe en casa (en el mejor de los casos. En otros, la destrucción familiar, el alcoholismo, la drogadicción, la violencia y el abandono), estamos abocando a nuestros niños, a un futuro egoísta, prejuicioso, y más preocupado por las habladurías que por la civilidad y el buen vivir.

Para aquellos que hemos tenido la fortuna de trabajar en la educación, resulta descorazonador, encontrar estudiantes universitarios que no saben leer. Que no tienen más interés en sus estudios, que lograr un papel que les avale una carrera, aunque sus conocimientos sean ínfimos. Es muy fácil encontrarse con elementos de este tipo en muchas de las instituciones privadas, que han visto en la educación un negocio, no una profesión. Y cuyos incultos fundadores y directivos, excusan su falta de civilidad en la escasez de plazas públicas, y que otorgan a sus egresados, premios a sus clientes, con escrituras de carreras terminadas. Hoy no se ofrece calidad, porque ni vende, ni es negocio. Hoy solo es negocio el papel que avale falsos conocimientos. Después, son estos muchachos, los que nos encontramos en algunas empresas, incluso en puestos de servidores públicos, que avergüenzan a la nación, porque no saben ni donde está Europa, o cuanto es la raíz cuadrada de tres. Sin embargo, se exculpan con el maquillaje y las minifaldas, el traje y la corbata, además de la actitud altanera.

Por esta regla de tres, estamos perdiendo todos, pierde la cultura, pierde la civilidad, pierde la educación, perdemos los que tenemos que lidiar con la torpeza y la mediocridad del que se mantiene torpe y mediocre, del que fomenta la torpeza y la mediocridad, y no nos preocupamos de exigir lo que debe ser exigido, que es calidad en la enseñanza, como en tantos otros rubros sociales. Porque aunque a nuestro gobierno solo le importen las estadísticas actuales, la pérdida de valores, educación y cultura, redunda en nuestro futuro, que se tornará, inculto, incierto para las generaciones venideras. Y esto no tiene disculpa.

La mayoría de la población no tiene ingresos suficientes para enviar a sus hijos a instituciones privadas, de calidad. Y como siempre, estas políticas de rezago, afectan a los de siempre, y ahora a un sector todavía mayor: el de la clase media.

Por supuesto, todas estas reformas no son noticia. Solo son conocidas por la directiva de las instituciones educativas, que han de lidiar, aquellos que son realmente responsables, con la mengua de materias y horas, para seguir ofreciéndolas, así como mantener su calidad, a pesar de la SEP.

Estas ridículas y vergonzosas actitudes parecen más medievales y dictatoriales, que modernas y democráticas. Recordemos todas aquellas muestras que nos ha ofrecido la historia: aquellos países que han cerrado sus fronteras a ciertos libros, o los han prohibido, porque podrían afectar su régimen. Lo cual implica dominar a la población mediante la incultura. Sucedía en la Europa medieval, cuando las bibliotecas quemaban los códices y libros procedentes de culturas a las que llamaban infieles. Sucedió cuando tras la expulsión de los musulmanes de España, el cardenal Cisneros se dio a la tarea de quemar cuantos libros y tratados de todo tipo: ciencia, cultura, arte, etc., etc., encontró en las casas, madrazas, y bibliotecas del mundo conquistado. Sucedió cuando los españoles llegaron a América, y quemaron todos los códices mayas, derivando en la imposibilidad de descifrarlos en su totalidad. Sucedió con Franco, con Pinochet, con Idi Amin en Uganda, con Pol Pot en Birmania, con la Rusia comunista, incluso sucede con Fidel Castro. Y en México parece que abogamos por una circunstancia similar, porque en realidad, al gobierno le importa un rábano que el pueblo tenga cultura. Están más interesados en lo mismo que en la iglesia católica medieval: mantenernos incultos para dominarnos con más facilidad, para no argumentar los abusos, los errores, la incompetencia de los gobernantes. Lo mismo que el Imperio romano.

“Mentes brillantes”, quienes se preocupan de los números y las estadísticas, a base de reducir la calidad de la enseñanza. Quienes pretenden cubrirse las espaldas de su incompetencia dejando en la ignorancia a la población, a quienes tienen la obligación de servir y atender. No vaya a ser que los que “estudian” hoy, se den cuenta el día de mañana, de cuán ineptos son.

Quién tiene posibilidades y analiza la conveniencia de mandar a centros educativos privados a sus hijos, con el argumento de la mala calidad de los servicios públicos gratuitos, está entrenado en el juego gubernamental, pero para su absolución, hoy por hoy, no queda más remedio. Sin embargo, ni la educación pública es gratuita, ni los centros privados son la respuesta, porque en este país, incluso muchos de los centros privados son solo un negocio. Esa gratuidad de que presume el gobierno, está sustentada en los impuestos que todos pagamos con el IVA obligatorio, con las tasas extras que se cargan a ciertos productos como el alcohol, y los mangoneos con que nos asaltan, porque no pagan salario a los oficiales de tránsito, gastan enormes cantidades en sus “viáticos”, entiéndase por estos, las comilonas con que se regalan en lujosos restaurantes, los paseos por el país y por el mundo, la cantidad de propaganda, anuncios, publicidad, y campañas políticas, robos impunes, visitas al papa en el Vaticano… mientras dicen encarcelar a evasores de impuestos, por no pagar treinta pesos, y exentan de los mismos a empresas millonarias. Aún así, si usted tiene interés, acérquese a la escuela y pregunte a los directores como está funcionando la eliminación de materias de los programas estudiantiles. El gobierno, en lugar de preocuparse en aumentar la calidad y la cantidad, de preparar a los profesores adecuadamente, de ofrecer un buen servicio, porque los conocimientos de los niños de hoy, que son los conocimientos y la honestidad con la que nos tocará lidiar el día de mañana, nuestros futuros ingenieros, empresarios, arquitectos, políticos, intelectuales, prestadores de servicios, artistas… y un largo etcétera, se preocupa por las estadísticas, cerrando ojos y oídos a las demandas, reduciendo el ingreso a educación, mientras Cartens revisa y revisa la ley hacendaria para dilucidar como cobrar más y más.

Precisamente, hablando de estas pruebas que se realizan a profesores, está por demás decir que son simplemente una farsa para mantener a la población con la boca cerrada. Dejarnos con la tranquilidad y el convencimiento de que los maestros de nuestros niños estás realmente capacitados. Su actitud posiblemente sea buena, su método de enseñanza también, pero sus conocimientos, y esto no es problema del profesor, sino del método universitario, dejan mucho que desear. Un maestro que enseña a leer y escribir a los niños de primaria con faltas de ortografía, demuestra su incultura, la falta de lectura, y redunda en la pobreza, no solo de su calidad como profesor, sino en la despreocupación del gobierno de estudiar este tipo de problemática, que es la base de la educación, que es la razón por la que en América Latina, no se sabe escribir. Aunado a la terrible actitud del nulo gusto por la lectura, la nefasta televisión, y la falta de interés, además de la flojera en la investigación de temas de interés, el problema se agudiza. Y es que si el profesor no gusta de leer, no lo inculcará a sus educandos. Si el profesor no tiene interés o no gusta de investigar, nunca podrá enseñar a sus educandos a hacerlo. Si el profesor prefiere ver la telenovela, regodearse en los comics de camión, o incrustarse en los programas de la televisión de masa, en lugar de preocuparse en informarse adecuadamente, de investigar, de leer libros de calidad, o de ver programas ilustrativos, los que por cierto, y por desgracia, no abundan en la televisión, ni son fáciles de encontrar, estaremos avocados al rotundo fracaso.

Es obligación del gobierno, canalizar y administrar al máximo los recursos, para el desarrollo de cada sector, pero dando prioridad a Salud y Educación. Sin embargo, en la actualidad, se da prioridad a sectores, que en este momento, son los que salvan al gobierno de su desorden y de su ilegalidad: el ejército. Mientras que los dos anteriores, son los dos sectores más hundidos en la catástrofe, como lo está este país, por culpa de la mediocridad de nuestros gobernantes, que entre el petróleo, las encuestas, y las dizque pruebas de conocimientos de maestros, no hacen más que, limitar y destruir nuestras vidas, el futuro de nuestros niños y de este país.


Revista Diacrítica

No. 39 Agosto de 2007

Laura Fernández-Montesinos

1 comentario:

Ex umbra In Solem dijo...

No había podido publicar este interesante artículo, pido disculpas pues mi idea era publicarlo desde hace un mes, espero lo lean y reflexionen acerca de nuestra situación